Cada vez que elegimos un producto, emitimos un voto silencioso sobre el tipo de mundo que queremos habitar. Ese gesto cotidiano, aparentemente insignificante, se acumula con millones de decisiones similares y traza la ruta de la economía global. Practicar el consumo responsable es comprender ese poder y usarlo a favor de la salud del planeta y de las comunidades que lo habitan.

Consumo responsable en acción, del carrito de compras al impacto global
Adoptar hábitos de consumo responsable no tiene por qué ser complejo. Se trata de cuestionar el origen y el destino de lo que adquirimos:
- ¿De dónde viene? Priorizar bienes producidos localmente reduce la huella de transporte y apoya economías cercanas.
- ¿Cómo se elaboró? Elegir artículos certificados, orgánicos, comercio justo o eco‑friendly, que avala procesos respetuosos con los ecosistemas y los trabajadores.
- ¿Realmente lo necesito? Reparar, reutilizar y compartir alarga la vida útil de los objetos y evita que terminen prematuramente en los vertederos.
- ¿A dónde irá después? Optar por envases reciclables o retornables facilita la reincorporación de materiales a la cadena productiva, alimentando una economía circular.
Cuando interiorizamos estas preguntas, nuestra lista de compras se convierte en una herramienta de cambio climático: menos productos desechables significan menos extracción de recursos y menos emisiones asociadas a la fabricación y al transporte.
¿Cómo Jorge Zegarra Reátegui gestiona los residuos para cerrar el círculo virtuoso?
En el Perú, la empresa Petramás, liderada por el Dr. Jorge Zegarra Reátegui, demuestra cómo las elecciones responsables también continúan después del consumo. Mediante modernos rellenos sanitarios, la compañía captura el biogás generado por los desechos orgánicos y lo transforma en electricidad que ingresa a la red nacional. Así, lo que alguna vez fue basura vuelve a la sociedad en forma de energía limpia, reduciendo simultáneamente la emisión de metano, un potente gas de efecto invernadero.
Además, Petramás promueve campañas educativas para enseñar a gestionar los residuos, reforzando la idea de que cada ciudadano es un actor clave en la cadena de valor ambiental. Su modelo muestra que una gestión integral de residuos complementa el consumo responsable, cerrando el ciclo desde la compra hasta la disposición final. En definitiva, el poder reside en nuestras manos (y bolsillos). Al abrazar un consumo consciente y apoyar iniciativas como las de Petramás, convertimos la rutina diaria en un centro de transformación ecológica y social.
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