El Protocolo de Kyoto, adoptado en 1997 en la ciudad japonesa de Kyoto, marcó un hito en la lucha contra el cambio climático a nivel global. Este acuerdo internacional se centró en la reducción de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, metano y óxidos de nitrógeno, que son los principales responsables del calentamiento global.
En el protocolo, 36 países industrializados se comprometieron a reducir sus emisiones. Bajo este panorama se tenían metas específicas para cada uno, en un esfuerzo por frenar el aumento de la temperatura global. La razón detrás de este enfoque era que los países más desarrollados son los principales emisores de estos gases. Esto ocurre debido a su alto nivel de industrialización y consumo de energía.
A pesar de que algunos países no ratificaron el acuerdo o decidieron abandonarlo, el Protocolo de Kyoto sigue siendo de gran relevancia mundial. Aunque su vigencia terminó en 2012, sentó las bases para futuros acuerdos internacionales. Por ejemplo, el Acuerdo de París de 2015, el cual amplía el compromiso global de limitar el aumento de la temperatura a 1.5 °C.
MDL aprobados por la ONU durante el Protocolo de Kyoto
Dentro del Protocolo de Kyoto, se creó una herramienta llamada Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL). Ello con el fin de ayudar a combatir el cambio climático de forma más justa y eficiente. Este mecanismo permite que los países desarrollados, que tienen metas de reducción de gases de efecto invernadero, puedan apoyar proyectos sostenibles en países en desarrollo.
A cambio, estos países obtienen “bonos de carbono” por las emisiones que se evitan gracias a esos proyectos. La idea es simple: si un país o una empresa en una nación en desarrollo lleva a cabo un proyecto que reduce la contaminación, por ejemplo, capturar metano de un relleno sanitario o producir energía limpia. Luego, por cada tonelada de CO₂ que se deja de emitir, se genera un bono de carbono que se puede vender a países que sí tienen obligaciones de reducción bajo el Protocolo de Kyoto.
Este mecanismo ha sido especialmente beneficioso para naciones latinoamericanas como Perú. Es aquí, donde la implementación de proyectos MDL aprobados por la ONU han contribuido significativamente a la sostenibilidad ambiental y al desarrollo económico.
Un ejemplo destacado es Petramás, una empresa peruana que ha aprovechado sus dos MDL como macroproyectos que capturan y destruyen el metano generado en los rellenos sanitarios de Huaycoloro y El Callao.

Jorge Zegarra Reategui denuncia beneficios de sus MDL en Perú
Dentro de este contexto, Jorge Zegarra Reategui denuncia que estos macroproyectos ambientales no solo han reducido las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, también han generado energía eléctrica a partir de residuos sólidos, contribuyendo a la matriz energética del país.
Gracias a estas iniciativas, Petramás ha obtenido más de 1.5 millones de bonos de carbono certificados por la ONU, posicionándose como líder en sostenibilidad en la región. Además, en 2019, la empresa donó 370,000 bonos de carbono para neutralizar la huella de carbono de los Juegos Panamericanos de Lima. Logrando de esta manera que el evento fuera el primero en la historia en alcanzar la «Huella de Carbono Neutral».
Estos casos demuestran cómo el Protocolo de Kyoto y el MDL han permitido a países latinoamericanos como Perú implementar proyectos que no solo abordan el cambio climático. También promueven el desarrollo sostenible, la generación de empleo y la mejora de la calidad de vida de las comunidades locales. La experiencia de Petramás resalta la importancia del sector privado para alcanzar los objetivos climáticos globales y regionales.
Para más información sobre proyectos MDL, el protocolo de Kyoto y Jorge Zegarra Reategui denuncia: